Toc, toc… ¿Hay alguien que piense en los médicos?

TOMÁS MERINA ORTEGA

Llevamos unas semanas un poco “de locos”. A pesar del importante avance que supuso el acuerdo de fin de huelga de la Atención Primaria, que suponía una puerta abierta hacia la mejora de la práctica asistencial de muchos compañeros médicos de familia y pediatras, y aunque una parte de ellos ya están comenzando a notar la mejoría, estamos recibiendo muchas quejas de compañeros que no ven el momento de poder beneficiarse de esa mejora, de los problemas que se están generando en los centros “que no dan abasto” con sus adaptaciones al sistema, de compañeros muy muy sobrecargados y rayando la desesperanza. Y todo ello magnificado hasta casi el infinito con el brote invernal de enfermedades respiratorias, ni previsto ni adecuadamente dotado en cuanto a recursos y dispositivos.

La situación de los dispositivos de atención de urgencia, tanto extra como intrahospitalaria, está siendo muy similar, pues a su situación de sobrecarga y desatención crónicas se ha venido a sumar esa misma situación de infecciones respiratorias multiplicadas. De nuevo profesionales tradicionalmente sobrecargados que se ven enfrentados a situaciones que les complican aún mucho más la actividad, al multiplicarse hasta niveles prácticamente intolerables para la supervivencia profesional.

Y ante la denuncia de estas situaciones, lo que nos estamos encontrando como respuesta de las administraciones sanitarias es una especie de ocultación o camuflaje de la situación, incluso aprovechando para vender humo en cuanto a certificaciones de calidad de la sanidad madrileña. Negar la realidad, o cuando menos camuflarla, promete poca ayuda para los profesionales, porque no nos llevará a poner soluciones a problemas que se pretende que no existe. Ya se sabe, «lo que no se diagnostica no se cura», y «lo que no se registra, no existe»…

Lo que nos estamos encontrando como respuesta de las administraciones sanitarias es una especie de ocultación o camuflaje de la situación

Pero es que aún hay más. Cuando una administración, por fin, acoge una de las demandas de los profesionales para reducir su carga, como es el caso de la autodeclaración de enfermedad para ausencias laborales de pequeña duración, como se hace en otros países para reducir la carga burocrática de los médicos, son muchos los agentes sociales y políticos que salen en su contra: otras administraciones, sindicatos de clase, políticos de uno y otro lado, empresarios…

O sea, a seguir sufriendo. Nadie en la sociedad se preocupa por nuestros médicos. ¿Nadie cree de verdad en una atención de calidad?

Nosotros sí, desde luego, aunque eso no nos consuela si no podemos conseguir que las condiciones de ejercicio profesional mejoren. Ahí seguiremos luchando. Y a la vez denunciando esta serie de contradicciones sociopolíticas: autoridades, instituciones y personas que se pronuncian públicamente por una sanidad de calidad, pero que en el fondo no toman las medidas necesarias para ello.

¿A quién pretenden engañar? Pero la pregunta real es: ¿por cuánto tiempo, conciudadanos en general, nos dejaremos engañar? ¿O es que no queremos despertar?

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA PÉREZ

Médico de familia, máster en Bioética.

Director médico de la Revista Madrileña de Medicina

(Artículo publicado originalmente en la E-Revista de AMYTS)

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA